La experiencia real del siniestro sufrido por el riesgo analizado debe llevar a unas determinadas conclusiones que pueden ser muy provechosas tanto para la Aseguradora como para el Asegurado, para mejorar y actualizar el riego.

Evaluación del riesgo, en función de las consecuencias sufridas y otras previsibles. Comprobación de medidas de seguridad y protección existentes, su adecuación en cantidad y características y el resultado de su actuación o no funcionamiento. Proposición de medidas adecuadas, analizados los resultados y tendentes a la evitación de nuevas pérdidas futuras, si eso no fuera posible, a su reducción a proporciones aceptables.

Estudio de coberturas vigentes, su practicidad visto el siniestro y las limitaciones surgidas. Asesoramiento sobre coberturas y seguros idóneos, tratando de reestructurar el contrato de seguro hacia líneas de mayor protección. Análisis de suficiencia de capitales asegurados y/o en riesgo, procurando evitar aplicaciones de regla proporcional, infraseguros o supraseguros. Análisis de los riesgos de pérdidas de beneficios. Detección de «cuellos de botella» y su solución.